Entre tanto
existen,
creo,
algunos surcos
ya caminé por ahí.
Reconozco:
los ojos, los meñiques, el esternón endurecidos, húmedos.
Acaso la costumbre aplaque la mente.
Ocaso de párpados que guardan arena.
Pequeñas piedras en los lagrimales
obstruyen
sabidas reacciones,
sabidas piedras.
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