Y caminando encontré entre miradas a los
que vuelven a buscar lo que habían dejado tirado acá, porque todos volvemos a
la escena del crimen y ese 30 de diciembre viví las demás vidas que caían en
aquella plaza sin árboles, triste plaza sin árboles, que sin embargo guardaba sin
celos millones de decisiones…
Camino sobre los pasos de aquel hombre
gris y distante que mira algunas piedras y piensa en sí mismo; su pelo negro y
sus ojos aún mas negros hacen fuerte una
imagen, va con las manos apretadas a sus costados, como si estuviera atado a sí
mismo…
Estoy atado a mi por mis elecciones, quiero
ver si caminando se caen esas que fueron malas y si no, puede que hoy decida
dejarlas sobre alguno de estos bancos,
que alguien se siente y se las lleve, total nadie respeta nada y si
cruza elecciones ajenas, lo mas probable es que por la comodidad de no tener
que tomarlas se las lleve, y al fin quede desligado de todo esto (¿vida?);
incluso podría empezar de nuevo, seguro nuevas elecciones, seguro muy distintas
de las anteriores ¡seguro!
Ya va cinco pasos ¡qué rápido piensa este
tipo! La plaza debe tener unos veinte pasos de calle a calle…
Este viento me está matando, no me deja
pensar ni me deja ver y ya pasé dos bancos sin verlos venir, todavía me quedan
algunos, hago fuerza contra el viento porque quiero poder dejar este bolso de
elecciones, hay parejas, hijos, trabajos, obligaciones, carreras, la verdad es
que elegí todo al revés, ahora, cuando pueda dejar esto que me molesta voy a
empezar de nuevo, todo distinto ¡Sin molestias ni culpas!
Recorriendo sus elecciones habrá caminado
unos diez pasos mas buscando dónde dejar ese cúmulo de decisiones…
Allá hay otro banco, una mujer está
sentada en el y no para de mirarme, son
sólo cinco pasos mas, a ella le voy a dejar este bolso de porquerías, de
equivocaciones; camino mas rápido y cuando le paso por al lado… ¡no puedo
despegar las manos de mi cuerpo! Llego al cordón de la calle, tengo que cruzar,
en otro momento paso a dejar esto.